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Fresas y cerezas, protagonistas de la primavera

Las fresas y las cerezas son dos de las frutas más esperadas de la primavera. Una época que esperan con muchas ganas los amantes de la fruta fresca.

La fresa suele tener su punto óptimo entre abril y junio. Es una fruta refrescante y dulce con un punto de acidez, con un color rojo intenso. A nivel nutricional, es una fuente de vitamina C, antioxidantes y fibra, lo que ayuda a mejorar la digestión y a reforzar el sistema inmune. Hay que destacar también su alto contenido en ácido fólico y potasio. Las fresas también son unas frutas bajas en calorías, el que las convierte en una opción ideal por aquellos que quieren mantener una dieta equilibrada. Es una fruta que no solo sirve por postres, se puede comer para almorzar o merendar con una rebanada de pan, añadidas en ensaladas o gazpachos o incluso convertidas en una vinagreta. La fresa se puede conservar congelada o se puede hacer confituras para evitar que se eche a perder.

Otra de las frutas más preciadas de la primavera es la cereza. Su tono rojo oscuro y su sabor dulce-amargo, la convierte en un auténtico regalo por el paladar. Podemos encontrar cerezas a partir de abril y hasta el inicio del verano, el que la convierte en una opción ideal para combatir el calor. Cómo es habitual en otras frutas, las cerezas son ricas en antioxidantes y también son recomendables para combatir el insomnio porque contiene melatonina, serotonina y triptófano, elementos que ayudan a mejor los ciclos del sueño. Como las fresas, es una fruta rica en ácido fólico y potasio.

Tanto las fresas como las cerezas son frutas delicadas, que se echan a perder rápidamente cuando están maduras. Por eso es recomendable comprar la calidad justa.



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