Hace años, siglos incluso, que se conocen los beneficios de la dieta mediterránea. Se trata de uno de los estilos de vida más saludables y sostenibles del mundo e incluso en 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En el ámbito alimentario, la dieta mediterránea se basa en el predominio de alimentos de origen vegetal como frutas u hortalizas; la preferencia de los productos frescos y de temporada; consumo de legumbres, tubérculos como la patata, cereales integrales o el aceite de oliva; la utilización de especies y hierbas aromáticas (orégano, fiebre, tomillo o menta); y una gran riqueza gastronómica con platos únicos muy equilibrados como estofados, guisos o cuscús. Además, otra de las características de la dieta mediterránea es un buen descanso durante el día con la siesta y la noche y tener un estilo de vida activo y al aire libre.

La comunidad científica internacional ha analizado los numerosos beneficios que aporta esta dieta. Algunos de los beneficios son:

1. Mejora la esperanza de vida: reduce el riesgo de mortalidad en personas con sobrepeso u obesidad.
2. Disminuye el envejecimiento prematuro de las células: la dieta tiene una capacidad antioxidante que puede ayudar a combatir el estrés celular.
3. Prevención de enfermedades cardiovasculares: uno de los productos estrella de la dieta, el aceite de oliva, tiene un alto contenido en grasas saludables.
4. Reduce la obesidad: se ha observado que esta dieta contribuye a la reducción de los niveles de colesterol en la sangre.
5. Es beneficiosa por el sistema inmunitario: contiene vitaminas D, B y C, minerales como selenio y magnesio y omega-3 del pescado.
6. Efecto protector contra las enfermedades asociadas a la edad: como las patologías neurodegenerativas y el deterioro cognitivo.